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Avivando un Matrimonio Parte II

Avivando un Matrimonio Parte II

Todos esos meses de fantasías, las innumerables sesiones de masturbación apasionada y todas las ilusiones de cómo sería su primer encuentro, aumentaron su deseo a la cima más alta del momento más crucial de su vida. Ya no vivía en su imaginación, era real, el dolor era real, el olor, el miedo, todas las sensaciones, el silencio y el esfuerzo por obedecer. Todo fue un triunfo, toda la realidad de sus sensaciones la llevó al límite.

Incluso si intentaba no moverse, torcía su cuerpo con cada golpe, con cada quemadura gemía… Era un placer, se vio obligada a guardar silencio en una situación tan poderosa, pero una esclava no puede hacer lo que quiere, una esclava tiene que obedecer o sería castigada. Podía intentar con todos sus esfuerzos retener y reprimir sus gemidos, pero no podía y sabía que iba a pagar.

Su Maestro se fue por un momento hacia su maletita, fue a buscar un dildo anal con una piedra rosa brillante por la parte de afuera y cambio de látigo. Regresó con prisa y sin pensarlo dos veces, le dio una zarpa firme con una paleta de madera.

Natalia sintió el impacto, la sensación de ardor y el dolor viajaron por su cuerpo hasta llegar a su cerebro en un segundo. Se quedó sin aliento, ni siquiera podía emitir un solo sonido para dejar ir un poco todo las emociones mixtas que estaba sintiendo. Inmediatamente después, le introdujo el dildo anal y se lo dejo puesto, ahora su culo brillaba.

Definitivamente estaba cachonda, quería que él la follara, pero él la hizo esperar todo el tiempo que pudo.

Su esposo la cargó, después la arrojó a la silla de caballo y le puso una barra separadora en los tobillos, una muñequera y una venda. Estaba boca abajo con el culo apuntando hacia arriba de nuevo, y las piernas muy separadas una de la otra.

De nuevo, el maestro fue hacia la maletita a buscar un látigo modificado que tenía varias cuerdas en un solo soporte, cuando regresó lo primero que hizo fue acariciarla de vuelta con todas las cuerdas de su látigo, lentamente. Podía ver cómo todos los vellos de su cuerpo se estaban levantando a lo largo del camino del látigo.

En la habitación, había velas por todas partes. Prendió una y derramó la cera sobre la piel de su esposa. Ella se quejaba de dolor al principio, pero al irse secando la cera empezó a sentir una deliciosa sensación de calor que ya no quemaba. Fue lo más perfecto que sintió en su vida hasta ahora y con cada movimiento de su Maestro estaba descubriendo más cosas sobre su sexualidad y pronto supo que podía ser adicta a él, de nuevo, como en sus primeros años de casados.

El hecho de que Natalia no pudiera ver ni tocar nada, aumentó todas las sensaciones de todo lo que aterrizaba en su piel.

Después de que él terminó de acariciarla con el látigo, Ricardo por fin empezó a rozarla con su pene erecto, duro, grande y jugoso. Ella instantáneamente reconoció lo que era. Oh… ella gimió otra vez mientras él deslizaba su mano sobre su coño, ella estaba tan mojada que su polla se volvió aún más dura, la castigaba por sus gemidos, con nalgadas, y ella disfrutaba cada golpe.

Continuará …

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