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El Comienzo de una Exploración Atrevida Parte I

El comienzo de una exploración atrevida Parte I

Estaba sentada en el borde de mi cama, con la mirada fija en el suelo, pensando en Daniel. La luz que entraba por la ventana era tenue, la oscuridad iba invadiendo poco a poco mi habitación, tal como los recuerdos de aquella noche invadían mi mente.

Me paré, mecánicamente tomé el encendedor y fui prendiendo algunas velas que tenía a mí alrededor. Quedé frente al espejo, llevaba un camisón transparente que dejaba ver mi silueta.

Empecé a explorar mis formas, me elevé sobre mis dedos para definir mis piernas, estilizadas y largas, mi mirada iba recorriendo mi cuerpo de abajo hacia arriba. Podía notar cómo los límites de mi figura dibujaban sensuales curvas, mis anchas y prominentes caderas iban cerrándose cada vez más hasta llegar a mi angosta cintura. Mi abdomen esbelto y plano, acentuaba mis senos grandes y redondos, y mis pezones, rosados y puntiagudos se asomaban a través del camisón. Me di la vuelta para observar con detalle mis nalgas, firmes y voluptuosas.

Tomé el camisón con ambas manos, por cada lado de mis caderas, lo apreté y lo levanté lentamente mientras sentía el roce de la tela acariciando mi piel, hasta que lo tiré al piso. Mi cabello, largo, sedoso, ondulado y rubio se levantó por un segundo, cuando me quité el camisón, para volver a caer sobre mi espalda como caudales de ríos de oro agitados momentáneamente.

Me dirigí a la cama nuevamente, contemplando el techo, acariciándome los senos con las puntas de mis dedos, recordando a Daniel mientras me mordía los labios. Lo deseaba constantemente, lo quería conmigo en ese momento, solo imaginármelo me elevaba a un estado de excitación inquietante. Mi vagina empezó a mojarse, la mano que acariciaba mis senos paseaba ahora por mi abdomen, suavemente, hasta llegar a ella.

Apenas y rozaba mis labios mayores, sintiendo una sensación que me provocaba escalofríos. Poco a poco fui introduciendo mis dedos hasta mi clítoris haciendo movimientos giratorios, mi pelvis se meneaba involuntariamente, subía y bajaba junto a mi mano. Pronto me penetré con dos dedos, hasta el fondo, repetidas veces, los gemidos ahogados empezaban a aparecer, los jadeos cada vez más profundos. Con cada exhalación sentía el roce de la cama en mi espalda, sentía el dolor provocado por Daniel, era placentero, me ardían sus heridas, lo deseaba como nunca, aumenté el ritmo cada vez más hasta que mis músculos empezaron a tensarse, desesperada de pasión, mi pulso se aceleró, mi cabeza daba vueltas, era la explosión de un clímax sin precedentes, profundo y extenso, gemía con entusiasmo mientras sentía cómo las ondas de placer en todo mi cuerpo se iban disipando poco a poco hasta que luego me sentí liviana como una pluma, con la satisfacción de pensar que mi orgasmo era un tributo para él.

Sí, soy la sumisa de Daniel. Nuestro primer encuentro había sido hace a una semana atrás. Me había dejado la instrucción de que comprara un dildo, un vibrador y un par de esposas.

Visité una sex shop online y quedé fascinada con la variedad de juguetes sexuales que tenían, no podía creer que me había estado perdiendo de todo esto por tanto tiempo.

Continuará….

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