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Juegos a Distancia

Juegos a distancia

Mi novio vive en España y yo trabajo recorriendo el país, son pocas las veces que nos vemos pero de igual manera eso no es un obstáculo para que llevemos una vida sexual placentera y al límite.

Hace poco decidimos jugar con un nuevo instrumento. Julio lo descubrió por internet y decidimos comprarlo la última vez que nos vimos, visitamos una tienda de juguetes sexuales online y elegimos el we-vibe, un vibrador para parejas que tiene mando a distancia y se puede manejar desde el celular, no importaría cuán lejos estuviéramos, Julio lo podía controlar desde su teléfono mientras yo lo decidiera usar.

Como era costumbre, si estaba de viaje, hablábamos cada noche por teléfono. Realmente estaba ansiosa por esta nueva experiencia, era excitante masturbarme mientras hablaba con él pero con este juguete las cosas llegarían a otro nivel, Julio iba a poder controlar el momento justo en el cual yo sentiría una pulsación de placer, hasta poco a poco llegar al orgasmo.

Este dispositivo tenía forma de C, uno de los extremos del vibrador iba dentro de mí para estimular mi punto G mientras que el otro extremo mucho más ancho quedaba en el interior de mis labios vaginales para estimular mi clítoris.

Julio estaba increíblemente emocionado al enterarse de que tenía una gama de niveles de vibración que podía controlar a su voluntad, además también vio que podía usarlo en cualquier momento, en reuniones o cenas empresariales para recibir un recordatorio grato de que él estaba pensando en mí si le avisaba que lo extrañaba o estaba un poco aburrida en el momento. Y si queríamos además, podíamos usarlo mientras estuviéramos juntos, definitivamente era algo que quería intentar.

Llegó la primera noche de viaje y sin pensarlo dos veces, me coloqué mi nuevo vibrador y llamé a Julio, mi gran amor atendió el teléfono con un tono muy excitante, poco a poco me iba excitando y cada vez que le decía cuanto quería tener su deliciosa pija dentro de mí, sentía vibraciones que iban aumentando continuamente en intensidad y en duración hasta que llegó un momento donde ya no podía hablar, todo lo que le expresaba eran sonidos de placer vivo y acelerado, jadeos que iban y venían, respiración cada vez más pesada, gemidos que iban al ritmo en el que se intercalaban los estilos de las vibraciones. Me hubiera encantado poder controlar la masturbación de Julio también y así sentir que nos hacíamos el amor a distancia justo como si estuviéramos juntos.

Sin dejar pasar mucho tiempo, alcancé el punto máximo de éxtasis, mi cabeza daba vueltas, sentía mi ritmo cardiaco cada vez más acelerado, mis músculos se tensaron y exploté de un segundo a otro en el mejor clímax de mi vida. Y todo gracias a Julio, sabía cómo me gusta empezar y terminar, conoce la manera de cogerme hasta que ya no pueda gritar más. Esa noche de apertura fue grandiosa, tener nuestro we-vibe fue la mejor decisión que pudimos tomar para variar nuestras experiencias a distancia, y vaya que fue explosiva.

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