Descubrir sensaciones por primera vez es lo más placentero que puede haber en el mundo. Olas recorriendo mi piel suavemente, intensificadas por receptores dormidos hasta ese momento. Fue bueno probar cosas nuevas, variar nuestros encuentros. Quedé tan cansada y tan liviana, que mientras mis ojos se cerraban solos, recordaba la primera vez que sentí una pija en mi hoyo, unos labios humedecidos lamiendo mis senos, manos apretando mi cintura de una manera que nunca creí posible.
Esas manos que me hacían sentir segura, como una pieza de un rompecabezas encajando perfectamente en su sitio, fueron las mismas que rodeaban mi vagina, jugando con mi clítoris hasta que mi lubricación empaparon sus dedos y mis exhalaciones humedecían su mejilla. Lo deseaba más y más. Me apretaba contra él pidiendo desesperadamente algo que jamás había sentido antes y luego, después de hacerme esperar justo lo necesario, me llevó al cielo.
Yo, que jamás me exploré, nunca creí que alcanzar esa magnitud de placer en mi cuerpo era algo real. Él me enseñó tanto, mi primer orgasmo, guiaba mi mano, sosteniéndola por la muñeca, haciendo que la punta de mis dedos acariciaran la piel de mi abdomen delicadamente hasta llegar al punto central de toda mi existencia, apretaba sus dedos contra los míos para presionarlos contra mí, marcando un ritmo circular sobre mi pequeña montaña rosada, la sentía palpitar, sentía cómo corrientes eléctricas viajaban por mi cuerpo, excitándome hasta provocarme el más dulce gemido, ahogado, autentico, feroz.
Me retorcía lentamente sobre mis sabanas mientras él besaba mis muslos, blancos como nieve, suaves como la seda. Después de seis años juntos, añoraba sentir aquella intensidad inigualable, quería probar algo nuevo dentro de lo que ya era conocido para mí, cada vez la idea de incluir una dinámica distinta a nuestros juegos sexuales me animaba más a pensar cuán interesante sería sacudir nuestra estabilidad con juguetes nuevos.
Decidida como nunca antes, visite una sex shop , tenían todo tipo de cosas, tantas que no sabía por cual empezar. > Vibradores < pensé.
Era una fantasía que había aparecido en mi mente desde hacía algunos meses. Cogí uno y me fui a casa, apurada, emocionada, excitada. Quería encontrarlo en la cama, sorprenderlo y usar mi pequeño regalo sin previo aviso, en el camino de regreso ya me imaginaba disfrutándonos a tal punto que no volveríamos a nuestro clásico encuentro.
Apenas llegué, afortunadamente lo encontré justo como lo imaginaba desde que había dejado la tienda. Gateé hasta él, subiendo desde sus piernas, como un puente encima de él. Acerqué mis labios junto a los de él, mojándolos con mi aliento, mordiéndolo delicadamente, rápidamente me tomó por la cintura y me volteó, rodando por la cama, para que quedara por debajo de él, con mi culo apuntando hacia su pene. Elevé mi cintura y el me penetró con toda su intensidad, un gemido salió desde el fondo de mi alma, empezó a cabalgarme salvajemente mientras apretaba uno de mis senos con una de sus manos.
Saqué mi vibrador sin disimulo, se lo enseñé volteando levemente mis ojos hacia él con una media sonrisa pícara y una mirada de seducción imperdible. Sentí su pija dura como nunca, me respondió son la misma mirada y en ese mismo instante lo prendí. Con su pene duro como roca dentro de mí y mi vibrador rozando mi clítoris, sentir un orgasmo casi inmediato fue inevitable.
Cerré mis ojos para sentir con profundidad mi nueva experiencia. Al mismo tiempo sentía como me perforaba el culo con su dedo más grueso, no pude evitar sacudirme, gritar del placer y caer desplomada en la cama de nuevo. El grado de excitación que había alcanzado, llegaba a lo indescriptible. Sin duda alguna, usar nuevos juguetes sexuales en nuestros encuentros sería indispensable de ese momento en adelante.
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